Participantes: Yolanda, Miguel, David y José Manuel.
Fecha: 16 de agosto de 2017.
Otra vez. Y, probablemente sea la última, nos vamos a Málaga, para realizar la travesía espeleológica entre Hundidero y Gato, una de las clásicas.
Teníamos el permiso desde hace meses, ya que está muy solicitada. De hecho, el año pasado, tuvimos que hacer Ramblazo-Cueva del Agua porque no conseguimos para esta, y eso que lo pedimos con bastante antelación.
En esta ocasión, nos alojamos en el Molino del Caracol, una bonita casa rural que se encuentra en la Estación de Benaoján, muy cerca de las bocas de las cuevas.
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Relajándonos en la piscina el día antes de entrar |
A última hora, incluimos en nuestro permiso a otros espeleólogos que nos lo pidieron, ya que les pasó lo mismo que a nosotros el año pasado, que a la hora de pedir el permiso ya estaban todos dados. Así que, en realidad, entramos siete personas: nosotros cuatro, mi paisano Manolo de Lara, de Alhaurín el Grande y propietario de la empresa "Caverland" y Rubén y Ana de "Nosolocuerda", que venían de Ávila. Desde aquí, enviamos saludos a los tres; ya que aunque no nos conocíamos antes de entrar en la cueva y estuvimos relativamente poco con ellos (son más jóvenes que nosotros y tiraban más, así que les pedimos que no nos esperaran e hicieran la travesía a su ritmo), guardamos un buen recuerdo de ellos.
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Manolo llegando a la boca de Hundidero |
El miércoles 16 de agosto de 2017, nos dirigimos temprano hacia la boca de Hundidero, no sin antes haber dejado algún coche en la salida de Gato.
El camino de bajada hacia la cueva es un sendero medianamente acondicionado, con hormigón, pasamanos y escalones, que hacen que la bajada no sea muy penosa. Me acuerdo cuando esto no existía y había que bajar a Hundidero a cuchillo, buscándote la vida como podías.
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Bajando hacia la boca de Hundidero |
La marcha de aproximación no es larga y en diez o quince minutos nos plantamos en la impresionante boca de Hundidero, que nos da una idea de la inmensidad de este sistema.
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Boca de Hundidero vista desde dentro |
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Zona seca |
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Pasamanos ascendente hacia el Lago Blanco |
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Al agua Patos |
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Más agua |
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Impresionante Sala de los Gours |
Poco después de Los Gours, se llega a la Galería de la Ciénaga, donde más de uno, y yo doy fe, se ha dejado las botas en el barro. En esta ocasión, no estaba excesivamente mal y la pasamos sin demasiada dificultad.
A continuación, está la Plaza de Toros y Los Toriles, las dos de enormes proporciones, como casi todo en este sistema.
No mucho después, luego de pasar algún que otro lago, aparece una de las formaciones más característica, que no es otra que la Gran Estalagmita, que parece un flan gigante.
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El flan gigante o la Gran Estalagmita |
Y seguimos encontrando más lagos y marmitas, entre ellos el Cabo de las Tormentas, el lago más largo de la travesía. Por momentos, parece interminable.
Todavía quedan varios lagos, pero las galerías son ahora más cómodas, aunque parece que no van a acabar nunca, con razón se llama a esta zona Galería del Aburrimiento.
Después de pasar la infinita Galería del Aburrimiento, llegamos por fin, a la Sala de las Dunas, cosa que nos alegra mucho, ya que sabemos que no queda demasiado para la salida por Gato.
Un último esfuerzo y conseguimos ver la luz del día que entraba por Gato, el final de nuestra travesía, que cruza la Sierra bajo tierra de una parte a otra.
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Saliendo por Gato |
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Gato desde fuera |
Para celebrar la consecución de tamaña aventura, esa noche nos hincamos la correspondiente barbacoa, acompañada de la birra necesaria, que no fue poca.
Video cortesía de Miguel en el siguiente enlace: https://www.youtube.com/watch?v=KqrPcWgJk08&feature=youtu.be
Video cortesía de David en el siguiente enlace:
Video cortesía de Miguel en el siguiente enlace: https://www.youtube.com/watch?v=KqrPcWgJk08&feature=youtu.be