Participantes: José Manuel, Alfonso, Miguel, Luís, Diego (Espéleoleganés), Diana, Kike y David.
El plan inicial era hacer la travesía de Torca Fría-Cueva del Lobo,
Miguel, Diego y yo; y Cueva del Lobo el resto del grupo. Pero llegados
al lugar, estaba nevado y nevando, tiempo invernal pese a estar a
finales de Abril, de modo que consideramos un plan alternativo valorando
las circunstancias.
Para bajar un poco las temperaturas cambiamos la Torca Fría por una
simplemente Fresca, y descendimos de nuevo el valle del Asón hasta las
casucas.
Ascendimos hasta la boca por la ruta de Diego, que había estado
recientemente en la cueva, amenizados por rachas intermitentes de
llovizna y granizo.
Como primer plato, nos escurrimos por los laminadores inmediatos a la
entrada, por los que soplaba una fresca corriente de aire que daría
nombre a la cueva, pues por lo demás, las cavernas recorridas no fueron
especialmente frescas.
Tras ascender y descender un resaltillo montado con una cuerda de nudos,
aterrizamos junto a una laguna con coladas y el comienzo de la gran
galería principal que seguiremos, por espacios de altos techos y suelos
embarrados y resbaladizos, con ocasionales gours y duchas. Y con
ocasionales resbalones y piñazos.
En la zona denominada Bloque 64, arrimados a la pared derecha, la ruta
se estrecha y discurre al borde de algunas caídas que son aseguradas por
un largo trazado de pasamanos.
Al otro lado, una bifurcación que puede llevar a confusión. Hay que
seguir recto desestimando un ramal a mano izquierda ascendente, más
adelante girar momentáneamente 90 grados a la izquierda, ignorando un
ramal muy descendente a la derecha, y de nuevo enderezar el rumbo para
progresar por un tunelillo de barro pringoso atrapabotas por el que
descendía una corriente de agua.
El cenit es la Fuente de los Macarrones, una ducha con algunos colgajos,
más allá de la cual el arroyo corre en sentido contrario, ahora en
el de la marcha.
El túnel que seguimos se abre y vuelve a cerrarse más adelante, hasta
que es cortado por un primer pozo, "El tracastín", que se salva en un
periquete con un pasamanos.
Y unos pasos más allá una nueva depresión corta el túnel que seguimos.
Aquí está montado un pasamanos más largo bautizado como "la Vira de la
Araña". Antes de cruzarlo dejamos montada una cuerda al borde de la
caída, de unos 10 metros, pues pensamos regresar más tarde desde abajo.
Salvado el paso, siguiendo el túnel y ascendiendo hacia la derecha se
halla una gran estalagmita y un mirador excepcional para contemplar a
los que están en proceso de cruzar el pasamanos anteriormente citado,
colgados cual arácnidos.
Pero hemos de regresar sobre nuestros pasos un poco, sin descender, para
continuar el recorrido, arrimándonos a la pared derecha de esta gran
galería, la 5ª Avenida, y alcanzamos la enorme Sala Rabelais, donde el
agua espolvoreada por una caída de agua reduce la visibilidad, y
convierte los haces de las luces en espadas láser.
Aquí nos detenemos a picar algo, al borde de la cornisa.
Retomamos la marcha girando 90 grados hacia la izquierda respecto a la
dirección que llevábamos descendiendo rápidamente hasta un fondo
obstruido y con algunos pasos meandriformes que barajamos mientras
Miguel trata de recordar por dónde era.
Finalmente ascendemos por un amplio túnel de gran pendiente que salía a
mano izquierda... todos menos Kike que cree recordar que es de frente, y
asciende por la misma galería que llevábamos, arrimado a la izquierda.
Arriba nos reencontramos, bajo las bóvedas de cañón de roja arcilla del comienzo del Cañón Rojo.
Finalmente el camino de Kike resultó ser el mejor, teniendo los demás
que avanzar en paralelo a él y descender más adelante hacia la parte
baja. Allí nos metemos por un caos de bloques, y nuevamente surge una
divergencia sobre la ruta a tomar: algunos se introducen por una
estrecha gatera descendente a mano izquierda, pasando algo de apuro, y
otros se cuelan por la derecha destrepando unos sencillos resaltes.
Hacia la derecha continúa el Cañón Rojo, pero nosotros nos tiramos hacia
la izquierda, por una bajada de gran pendiente señalizada con un
reflectante, y desde la que se puede observar a los que optaron por la
ruta de la gatera viéndoselas al filo de un estrecho puente que es el
dintel del arquillo bajo el que acabamos de pasar.
Al llegar al fondo, el túnel continúa horizontal y un poco más adelante
se comprime obligando a realizar una pequeña trepada contrapared,
ayudándonos para nos escurrirnos del relieve de una de las paredes,
forrada de formaciones de precipitación.
Pasada la estrechez, las dimensiones del túnel se vuelven gigantescas,
ascendemos una colina y la descendemos a mano derecha, para continuar en
recto por el gran espacio.
Si continuáramos recto, engancharíamos de nuevo con la 5ª Avenida y
cerraríamos el recorrido, pero para aprovechar la cuerda que habíamos
arrojado, antes de que eso ocurra, trepamos a mano derecha y hacia atrás
por un montículo señalizado con una flecha y montado con una cuerda de
nudos de ayuda un poco más arriba.
En lo alto descendemos por una cuerda montada, y nos escurrimos por un
estrecho tunelillo para desembocar, previo resalte montado con cuerda,
en una nueva galería grande que nos llevará, tomando a mano izquierda y
ascendiendo unas empinadas rampas de bloques sueltos, a la altura del
fondo del paso de la Araña, donde nos espera la cuerda para cerrar el
recorrido.
Aquí Diana pasó algo de apuro, al ser novata, y no ser ésta la cavidad
ni la ruta que estaban planeadas que hiciera inicialmente.
Recorrido superpuesto a la topo de Isidoro Ortiz |
rampas resbalosas |
formaciones murales |
pasamanos del Bloque 64 |
formaciones en la 5ª Avenida |
Gran estalagmita en la 5ª Avenida |
Inspiración de H.R. Giger |
ola ke ase |
último tramo del pasamanos de la Araña |
en el pasamanos de la Araña |
estrechez previa a las galerías del Gran Atajo |
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