Climatología: Intervalos de llovizna
Parecía que íbamos a tener unos días de veranillo de San Miguel, pero
tras una noche despejada, repleta de estrellas, el sábado amaneció nublado y
lloviznoso.
Desde la carretera de Yernes y Tameza sale una pista en la que está indicada, en un cartel, la Cueva del Inglés. Una pista de carril único, de tierra a ratos y con zonas hormigonadas.
Desde la carretera de Yernes y Tameza sale una pista en la que está indicada, en un cartel, la Cueva del Inglés. Una pista de carril único, de tierra a ratos y con zonas hormigonadas.
Cuando a un par de vacas les da la gana dejarnos pasar, avanzamos un
trecho y dejamos el coche en un ensanche, justo antes de que la pista se
precipite con una fuerte pendiente hacia el fondo del valle, y con las
coordenadas del catálogo de Grandes Cavidades de España como referencia,
nos metimos por un sendero a buscar la cueva por el monte.
El caso es que tras haber casi rodeado un monte calizo y husmeado en
varios agujeros, descubrimos que las coordenadas indicaban un amplio
pozo oculto entre la vegetación de una dolina. Quizá el pozo de las
Retuertas, otra entrada al sistema que no era la que buscábamos.
De modo que continuamos rodeando el monte, hasta que apareció un farallón con varias cavidades, y finalmente, más adelante, la Cueva del Inglés, señalizada con un cartel. La pista que habíamos abandonado moría ahí, de modo que no hubiéramos tenido más que seguirla desde el coche para llegar derechos a la cueva.
Descendemos por la galería de entrada, embadurnada, para caer rápidamente en una amplia sala de la que parten varios caminos. A mano derecha la salida hacia la Cueva Vegalonga, que usaremos para salir, y de frente, remontando unos pocos metros hasta un balcón, la galería principal por la que seguiremos.
De modo que continuamos rodeando el monte, hasta que apareció un farallón con varias cavidades, y finalmente, más adelante, la Cueva del Inglés, señalizada con un cartel. La pista que habíamos abandonado moría ahí, de modo que no hubiéramos tenido más que seguirla desde el coche para llegar derechos a la cueva.
Descendemos por la galería de entrada, embadurnada, para caer rápidamente en una amplia sala de la que parten varios caminos. A mano derecha la salida hacia la Cueva Vegalonga, que usaremos para salir, y de frente, remontando unos pocos metros hasta un balcón, la galería principal por la que seguiremos.
La galería se convierte durante unos instantes en un meandro con pozas con algún pequeño restalte, para luego continuar como un alto túnel o caos de bloques.
Tejadillo recubierto de escamas de dragón o "pendants" |
Y al cabo de un rato, llegamos a otra gran sala, cuya base es una gran
rampa con grandes bloques que se precipita desde las alturas hasta
sumergirse en la parte izquierda, juntándose casi el suelo en rampa
contra el techo en dicho punto, formando un laminador inclinado, una
especie de embudo con algunas rocas encajadas.
Pegándonos casi a la parte izquierda, destrepamos por un agujero bajo un gran bloque para salvar un resalte, y luego avanzamos de frente por la rampa, sin descender, hasta llegar un punto peligroso donde tras usar un grupillo de estalagmitas a modo de huella, nos encontraremos una pisada poco segura antes de alcanzar el siguiente reborde de agarre. Miguel hace la pisada arriesgada para refugiarse rápidamente en la zona segura, y desde ahí, ata en una roca el extremo de cuerda que le pasamos, anclado el otro en un spit que hay en el techo, previamente a ese paso, creando un quitamiedos para que pase el resto sin riesgo.
Pegándonos casi a la parte izquierda, destrepamos por un agujero bajo un gran bloque para salvar un resalte, y luego avanzamos de frente por la rampa, sin descender, hasta llegar un punto peligroso donde tras usar un grupillo de estalagmitas a modo de huella, nos encontraremos una pisada poco segura antes de alcanzar el siguiente reborde de agarre. Miguel hace la pisada arriesgada para refugiarse rápidamente en la zona segura, y desde ahí, ata en una roca el extremo de cuerda que le pasamos, anclado el otro en un spit que hay en el techo, previamente a ese paso, creando un quitamiedos para que pase el resto sin riesgo.
Cuerda de seguridad, debido a la pisada arriesgada que existe en el primer plano, pasado el grupillo de estalagmitas |
No vemos salida por esa zona, más que trepar por un canalillo en lo alto
de la sala refugio, que nos lleva a la zona superior de la gran sala de
la rampa. Sospechando una vez arriba que desde ahí existe un camino
menos arriesgado para comunicar con la zona inferior, dejamos el extremo
de la cuerda desatado para poder recuperarlo posteriormente sin volver
por el mismo sitio.
En la zona alta de la sala aparece un pasaje con una gran pintada "PAULINO", y por ahí proseguimos. Más adelante rodeamos un pequeño desfondamiento y llegamos una nueva sala amplia con abundante "barrofango". La parte inferior de la sala se halla anegada de este fango atrapabotas (que abunda por toda la cueva), y la única continuación parece ascender rodeando un gran bloque.
En la zona alta de la sala aparece un pasaje con una gran pintada "PAULINO", y por ahí proseguimos. Más adelante rodeamos un pequeño desfondamiento y llegamos una nueva sala amplia con abundante "barrofango". La parte inferior de la sala se halla anegada de este fango atrapabotas (que abunda por toda la cueva), y la única continuación parece ascender rodeando un gran bloque.
Vísceras colgando del techo |
Tras husmear un poco, los demás se quedan atrás y sigo yo solo
ascendiendo hasta las zonas altas donde la amplia galería se escurre
hacia túneles descendentes y pocillos. En esta zona abundan las
formaciones de precipitación alrededor de pocillas con agua, y en las
paredes se pueden ver algunas coladas de gran tamaño.
Formas de precipitación tapizando las zonas altas |
Reunidos de nuevo en la sala del barro, hacemos un almuerzo junto a una
colonia de setas manufacturadas, y regresamos hacia atrás.
Llegados de nuevo a lo alto de la sala de la rampa, esta vez descendemos por otro sitio, destrepando unos montecillos y siguiendo luego una diaclasa. Recuperamos la cuerda que habíamos dejado y tanteamos el estrecho fondo de la rampa, donde creemos que debe de haber un pequeño paso. Pero al no verlo muy claro, preferimos abortar esa ruta, que conduciría hacia el sifón donde se ahogó el espeleobuceador inglés que dio nombre a la "Cueva del Inglés", y regresar a la primera gran sala cercana a la entrada para hacer el descenso hacia otro tramo del río por los pozos.
Regresados al balcón de la sala principal, descendemos bordeando la pared de la caverna por la derecha, pasamos de largo un par de ventanucos que se asoman a un nivel inferior y en el tercero instalamos una cuerda en anclaje natural. Desciendo un primer resalte que conduce a una pestilente zona de paredes oscuras que, por un lado comunica con una vertiginosa bajada hacia un sifón colgado (por el que se podía avanzar en los primeros tramos mojándote hasta los muslos y doblando la espalda) , y por otro, hacia nuevos resaltes y pozos.
Los demás se piran, y nos quedamos Miguel y yo solos, instalando un pozo tras otro, hasta que nos quedamos sin placas de anclaje.
Llegados de nuevo a lo alto de la sala de la rampa, esta vez descendemos por otro sitio, destrepando unos montecillos y siguiendo luego una diaclasa. Recuperamos la cuerda que habíamos dejado y tanteamos el estrecho fondo de la rampa, donde creemos que debe de haber un pequeño paso. Pero al no verlo muy claro, preferimos abortar esa ruta, que conduciría hacia el sifón donde se ahogó el espeleobuceador inglés que dio nombre a la "Cueva del Inglés", y regresar a la primera gran sala cercana a la entrada para hacer el descenso hacia otro tramo del río por los pozos.
Regresados al balcón de la sala principal, descendemos bordeando la pared de la caverna por la derecha, pasamos de largo un par de ventanucos que se asoman a un nivel inferior y en el tercero instalamos una cuerda en anclaje natural. Desciendo un primer resalte que conduce a una pestilente zona de paredes oscuras que, por un lado comunica con una vertiginosa bajada hacia un sifón colgado (por el que se podía avanzar en los primeros tramos mojándote hasta los muslos y doblando la espalda) , y por otro, hacia nuevos resaltes y pozos.
Los demás se piran, y nos quedamos Miguel y yo solos, instalando un pozo tras otro, hasta que nos quedamos sin placas de anclaje.
Descendiendo pozos hacia el río |
Instalamos una última bajada de forma precaria simplemente por no irnos
con la sospecha de habernos quedado a falta de un descenso para llegar a
la galería del río, visto además que ya estamos en una galería
claramente meandriforme, pero tras un corto avance se interpone otro
pozo más, así que recogemos el campamento y p'arriba.
En la sala principal los otros nos han dejado reflectantes para confirmar que han salido y por dónde lo han hecho. Avanzamos rápidamente recuperándolos y enseguida se ve la luz del exterior que cae desde lo alto de una muralla de grandes bloques. Iniciamos una trepada arrimados a la parte izquierda de la pared y en cierto momento abandonamos la boca principal que se ve arriba como objetivo para introducirnos en la canal de una boca menor paralela que se abre a la izquierda, por la que salimos finalmente. Y descubrimos que estamos en la zona previa de covachas que habíamos mirado por encima antes de llegar a la boca correcta. Hemos salido por la boca de la Cueva de Vegalonga o Veigadonga.
En la sala principal los otros nos han dejado reflectantes para confirmar que han salido y por dónde lo han hecho. Avanzamos rápidamente recuperándolos y enseguida se ve la luz del exterior que cae desde lo alto de una muralla de grandes bloques. Iniciamos una trepada arrimados a la parte izquierda de la pared y en cierto momento abandonamos la boca principal que se ve arriba como objetivo para introducirnos en la canal de una boca menor paralela que se abre a la izquierda, por la que salimos finalmente. Y descubrimos que estamos en la zona previa de covachas que habíamos mirado por encima antes de llegar a la boca correcta. Hemos salido por la boca de la Cueva de Vegalonga o Veigadonga.
Salida por la Cueva de Vegalonga |
Sigue el tiempo chispeando lluvia a ratos. Tras ascender unas cuestas
mortales por la pista asfaltada, nos reunimos con los demás, ya
cambiados, en el coche.
Nos cambiamos rápidamente mientras el cielo nos riega un poco, y al vaciar mi saca descubro en el fondo una bolsa repleta de placas de anclaje y mosquetones que pensábamos estaría en la saca de los que se habían pirado, de modo que hubiéramos podido descender todavía 21 metros de cuerda más.
Nos cambiamos rápidamente mientras el cielo nos riega un poco, y al vaciar mi saca descubro en el fondo una bolsa repleta de placas de anclaje y mosquetones que pensábamos estaría en la saca de los que se habían pirado, de modo que hubiéramos podido descender todavía 21 metros de cuerda más.
Estuvimos unas 6 horas en la cueva
No hay comentarios:
Publicar un comentario