sábado, 10 de mayo de 2008

Cubillo del Ojáncano


Participantes: Miguel, Jose y David.
Climatología: Lluviosa.
En base a las indicaciones del boletín Karaitza nº 9, y tras rastrear los bordes de la carretera bajo una suave lluvia, al fin Miguel localizó la boca. Una pequeña entrada de unos 50 centímetros de diámetro sobre un empinado escarpe, a unos 6 metros sobre la carretera.

La gatera de entrada desembocaba rápidamente en un pozo equipado con una cuerda en muy mal estado; estado del que nos percatamos en el momento de salir. La vengativa cuerda se descamisó cuando el último, Jose, estaba en ella. Por suerte se rompió a la altura del bloqueador inferior, y no hubo daños personales.

Aterrizamos en una rampa embarrada en una gran cavidad que se extendía a un lado y al otro repleta de bloques. primeramente exploramos la zona norte: una cascada y un laberinto inferior de estrechos túneles entre los intersticios de los bloques.
Dejamos esa zona y avanzamos hacia el sur saltando bloques por una gran sala hasta llegar a una vistosa zona con numerosas formaciones en su parte izquierda, columnas principalmente, "El salón de las columnas".
Desde el techo, plano, colgaban macarroncillos alineados siguiendo líneas de filtración, dibujando mosaicos.

Desde aquí, hacia el sur y hacia la derecha se alcanza una repisa bajo la cual hay otra sala más pequeña pero más espectacular "La Sala de los Macarrones". Se puede descender por los intersticios que quedan a mano izquierda, o mismamente destrepando por las irregularidades de la cara izquierda al borde de la caída.

Desde el Salón de las Columnas, la ruta principal continúa hacia el Sur, destrepando con mucho cuidado por una cascada de bloques redondeados y peligrosas caídas entre ellos.
Otra cascadita de agua (afuera llovía, de modo que quizá estas cascadas sean eventuales), y nuevo giro hacia el Sur.
A mano izquierda había una sima que no descendimos, pero sí lo hicimos por el doble pozo (doble porque tenía un agujero al lado que desembocaba en el mismo sitio) de 7 metros que estaba a la derecha, al otro lado de una pared de roca, equipado con spits.

Desde aquí abajo, nuevamente varios caminos que seguir, aunque el principal es un largo corredor que se dirige hacia el sur, en los primeros metros en forma de estrecho laminador del que descuelgan macarrones aislados. Al final de este antiguo cauce llegamos a un nuevo pozo, equipado con cuerda. Miguel fue el primero en descender y tuvo que subir, pues el fondo estaba inundado.

Retrocedimos un poco y exploramos un estrecho canal ascendente que salía a mano izquierda (mirando al norte). Arriba se abría en una sala más amplia; giro de casi 180 grados a la derecha, y nueva ascensión entre grandes bloques. Antes de llegar al final, trepamos a mano izquierda y llegamos a la "Sala de la Pirámide", una ladera en la que crecen "arbolitos" (estalagmitas altas y delgadas).
Descendimos la "ladera" hasta llegar de nuevo al punto de partida del segundo nivel, al pie del pozo de 7 metros, habiendo esquivado el laminador.
Exploramos la zona norte, por donde corría el río y caían arroyitos de agua potable. Hacia el fondo varios túneles estrechos, derrubios y pisos inferiores intercomunicados. Todo esto en muy poco espacio.

A la salida aprovechamos la abundancia de agua para ducharnos en una cascada junto a la carretera.


 


Entorno de la entrada a la cueva
Miguel en la colosal entrada.
"arbolitos"
Topo de la zona recorrida.
Notas sobre el mapa:
El mapa está realizado de memoria en base a los recuerdos del recorrido a modo de borrador, no se han realizado mediciones de ningún tipo, luego las dimensiones y proporciones no guardan relación con la realidad.